El terror de la fantasmal Samara Morgan se va a pique en 'Rings'

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Rings

El vídeo asesino de Samara Morgan, la terrorífica niña del pozo salida de la mente del escritor japonés Kôji Suzuki, vuelve en la que ya es su tercera aparición en esta saga de remakes cinematográficos, y algunos desearíamos que se quedase en una trilogía si el nivel de lo que quizá rueden en el futuro se da la mano con esta última entrega.El estadounidense Gore Verbinski fue el que comenzó la saga con The Ring (2002), la cual puede considerarse sin ningún tipo de problemas una de las mejores películas de fantasmas de todos los tiempos, muy superior a cualquiera de las ocho con las que ya ha dado de sí el espectro de Sadako Yamamura en Japón, y en un salto cualitativo similar al que logró Martin Scorsese con la oscarizada The Departed (2008) respecto al filme original hongkonés, salvando las distancias entre ambos realizadores. Le siguió The Ring 2 (2005) con Hideo Nakata al frente, quien ya había dirigido las dos primeras películas orientales, un filme inferior al de Verbinski pero, incluso así, de una gran potencia todavía inalcanzable para los japoneses, que bien pronto fueron de mal en peor.

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Y ahora el relevo lo toma el cordobés Francisco Javier Gutiérrez, otro español engullido por la industria de Hollywood, que no tiene un pelo de tonta. Rings (2017) es su segundo largometraje tras Tres días (2008), que le sirvió de presentación en la meca del cine porque el fallecido Wes Craven (A Nightmare on Elm Street, Scream, 1984, 1996-2011) y Sam Raimi (Evil Dead, Spider-man, 1981, 2002-2007) querían encargarse del mismo o al menos producir un remake y que, de hecho, sirvió de referencia a BenderSpink, productora de su película recién estrenada, para ofrecerle la silla de director.

A poco que uno las analice con cierta lucidez, se percata de que Rings tiene en común con Tres días, además de su trama violenta, una labor audiovisual esforzada y efectiva de Gutiérrez… para un guion que hace aguas a borbotones hasta que el buque de Samara, tan asombroso en las otras dos ocasiones y como el del meteorito que triunfó en el Festival de Málaga, se va a pique sin remisión, y no hay salvavidas posible para tanto desafuero argumental. Digámoslo claramente: el guion de Rings es un desbarajuste de ideas e intenciones que lleva a la más injusta confusión, no sólo a los espectadores que acaben sentándose a verla sin un recuerdo claro de los otros filmes, sino también a aquellos que los tengan muy presentes en su memoria.El libreto de Tres días, cuyo pega fundamental es que desaprovecha por completo su premisa y no parece saber muy bien a dónde va, fue escrito por el propio Gutiérrez en colaboración con un tal Juan Velarde; los de The Ring y su primera secuela son obra del irregular Ehren Kruger (Arlington Road, 1999); y el de Rings lo han redactado a seis manos, las de los bastante desconocidos Jacob Estes y David Loucka, a quienes debemos tan insatisfactoria trama, y las del bien pagado Akiva Goldsman, capaz de lo mejor (A Beautiful Mind, 2001) y de lo peor (Batman and Robin, 1997), a quien suponemos contratado por BenderSpink en un intento de enmendar lo que fuera que perpetrasen los otros dos.

Pero, a la luz del fruto que ha caído, a uno le tienta admitir la posibilidad de que, o empeoró lo que ya había como en sus mejores tiempos con el Hombre Murciélago, o batió a lo loco los ingredientes de Suzuki, Kruger, Estes y Loucka y este ha sido el despropósito resultante. De lo contrario, no hay manera de explicar de una forma comprensible lo que tenemos aquí. El primer guion de Kruger era matemático y, así, coherente y respetuoso; en el segundo dejó fuera la exactitud con objeto de proveer a The Ring 2 de la diversificación que requería para no ser más de lo mismo y seguir pasmando al público con variaciones aterradoras e imponentes, pero sin salirse nunca de los cauces ni de abandonar los elementos definitorios de su predecesora.

En cambio, a los nuevos guionistas les ha dado por proponernos una poco grata mezcla de un inútil más de lo mismo, que rompe sin sentido ninguno con el cierre de la película anterior, y un tratamiento de lo nuevo paranormal preñado de arbitrariedades que carecen de una explicación siquiera nimia, y eso cuando esta no es directamente absurda, o hacen de ciertos pormenores y del conjunto algo inverosímil en grado superlativo, traicionando los factores y la propia esencia del relato, por mucho que al golpe final deseen vestirlo de una supuesta coherencia en cuanto a lo que vimos en el filme previo. Y todo ello por no hablar de la enojosa “teenagerización” que ha puesto sus zarpas en esta saga aquí, vulgarizándola con un tópico del género como su público objetivo.

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Por otra parte, si The Ring y su primera continuación son presas de una hermosura lúgubre en distintas secuencias, algunas de las cuales quitan el hipo de horror o de maravilla, Gutiérrez puede señalar que Rings conserva cierto gustillo por las imágenes insólitas pero en ningún caso bellas y, desde luego, ni por asomo nos trae una sola secuencia que se nos quede grabada por su poderío, tal como sí sucede en la película de Verbinski y en la de Nakata. Además, la banda sonora del ascendente Matthew Margeson (Kingsman: The Secret Service, Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children, 2014, 2016) no le llega a la altura del betún a la delicia que compuso Hans Zimmer, que Margeson retoma un pelín en su partitura; ni el trabajo de fotografía de Bojan Bazelli en The Ring, sobre todo, al de Sharone Meir en Rings.Los escasos treinta millones de dólares de presupuesto no han servido para fichar a un reparto demasiado lujoso, pero la mayoría los actores de defienden en sus papeles insustanciales, desde la italiana Matilda Lutz como Julia, que desembarca en Hollywood a la vez que Gutiérrez, hasta el televisivo Johnny Galecki (The Big Bang Theory, desde 2007) como el profesor Gabriel. Aunque podríamos decir que contar con Vincent D’Onofrio (Full Metal Jacket, Law and Order: Criminal Intent, Daredevil, 1987, 2001-2011, desde 2015) sí es un lujo, no así el personaje de Burke. La excepción manifiesta es Alex Roe, que encarna a Holt; si le hubiesen colocado una careta a un perchero, se habrían ahorrado la pasta que acordaran con su agente y hubiesen obtenido más o menos la misma interpretación.

4.5Se rumoreaba que Rings iba a ser una precuela y esto tardó en desmentirse, si bien podría haberlo sido sin dificultades tal como hurga en el pasado de Samara Morgan. Pero, con unos mimbres tan poco inspirados, se trataría de un desatino similar al que finalmente ha llegado a la cartelera cinematográfica, porque el buen hacer audiovisual de Francisco Javier Gutiérrez no habría podido salvarla de la quema por culpa de un guion así de deslavazado.- La labor audiovisual esforzada y efectiva del director F. Javier Gutiérrez. - Que conserva el gusto por las imágenes insólitas. - El lujo de contar con Vincent D'Onofrio en el reparto.- El desbarajuste de ideas e intenciones del guion. - Que rompe absurdamente con el cierre de la película anterior. - Que las novedades son arbitrarias e inverosímiles. - Que no hay una sola secuencia que se nos quede grabada por su poderío, al contrario que en sus predecesoras. - Que el tópico de la enojosa “teenagerización” pone sus zarpas en la película. - La sosa interpretación del perchero Alex Roe.



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